viernes, 26 de abril de 2013

La Composición

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LA COMPOSICIÓN
Desde sus orígenes, el ser humano ha buscado el modo de obtener imágenes que representen la realidad, sus sentimientos, sus ideas y sus sueños. Y lo ha conseguido.

Primero, por medio de la pintura; luego, también con la fotografía; y por último, a través del cine y el vídeo.
Claro que la representación de la realidad por medio de una imagen implica necesariamente encuadrarla, es decir, dejar una pequeña parte de ella dentro del cuadro en que la mostraremos y todo lo demás fuera.

Esto es, implica una decisión por parte del comunicador, que determina con exactitud qué es lo que verá el espectador y qué no. Y, además de eso, y tan importante como lo anterior: el modo en que lo verá. Es decir, la manera precisa en que los elementos que integrarán el cuadro aparecerán en su interior para el espectador.

La composición del plano, es, entonces, la manera precisa en que cada creador organiza la realidad audiovisual. Y es a través de esta composición que el público verá la historia que le narramos.
Miles de años de pintura ya establecieron algunas leyes sobre la composición. La mayoría de ellas las adoptaron los fotógrafos y, por fin, trascendieron al cine, el que también adoptó una buena parte de éstas, utilizándolas constantemente en la construcción de sus planos.
Quizás una de las más relevantes sea la ley de los tres tercios, que establece que si dividimos el cuadro en seis fracciones idénticas, trazando dos líneas paralelas imaginarias de manera vertical y dos de manera horizontal obtenemos cuatro puntos fuertes en el lugar donde se cruzan las líneas.
 

Se ha comprobado que estos puntos aparecen para el espectador como los más destacados en el momento de observar la composición, por lo que cualquier elemento que se sitúe en ellos resaltará por encima de los demás, sobresaliendo a la atención del espectador.

Componer es la particular manera en que cada comunicador organiza los objetos dentro del espacio visual, de tal modo que el resultado sea armónico estéticamente, pero sobre todo, coherente dentro de la narración.

Además de la ley de los tercios, encontramos otras reglas para organizar el espacio, tales como:
Lo que está más iluminado, sobresale por encima de lo más oscuro.

Lo más grande, por sobre lo más pequeño.

Lo que está aislado, por sobre lo que se confunde con la masa.

Lo más cercano, por sobre lo más lejano.


Lo que está en foco, sobre lo que está desenfocado.


Lo que se mueve, sobre lo que está quieto. Y en esta categoría, lo que lo hace más rápido, por sobre
lo que se desplaza más lento.
En definitiva, todas estas consideraciones nos llevan a preguntarnos qué es lo verdaderamente importante en nuestra composición y por qué: la locación, los personajes, un fragmento de los elementos, o una acción, etc.
De la misma manera que el resto del lenguaje, la composición es importante en cuanto nos ayuda a contar la historia; dirigiendo la mirada del espectador.
Nada debe ser gratuito o al azar. Por lo que la importancia de los elementos estará definida por la propia narración: aquello que más nos ayude a narrarla deberá prevalecer por sobre lo demás.
Para ayudarnos en esta ardua tarea, a lo largo de ya más de cien años de cine, se han ido estableciendo algunos patrones:

Los elementos verticales, son más relevantes en el encuadre que los horizontales.


Las curvas, dan la sensación de tranquilidad, de calma, de ritmo apacible; mientras que las rectas y
diagonales producen  en  el  espectador  un  sentimiento  tendiente a la violencia, especialmente  las
diagonales, que provocan desequilibrio y tensión.


No debemos cortar a los sujetos en sus articulaciones: rodillas, tobillos, codos, o muñecas.





Al filmar  arquitectura no debemos  permitir que los bordes de los edificios  coincidan con el borde de
nuestro encuadre.


Si queremos  propiciar el  movimiento, debemos  evitar  situar a los sujetos en  el centro  del  cuadro, 
especialmente si queremos resaltarlos. Claro qu esta regla, es más una sugerencia, en realidad. Verán 
en muchísimos  filmes que los cámaras  componen con  e l sujeto en el centro y, desde luego, no sólo 
está correcto, sino que es necesario. Con lo cual hemos de tener cuidado al aplicarlo.


 
Las  tonalidades  oscuras  en  la  parte  superior  de  la  composición  nos  acrecientan la sensación de 
encierro.  Mientras  que si  están abajo  del cuadro producen  el  efecto  de firmeza, de  resistencia, de 
estabilidad.
El  cambio  suave y  gradual de  tonos produce  sensación  de  tranquilidad.  Por  el  contrario,  si son 
bruscos, lo que sentimos es inquietud.

Es nuestra responsabilidad, pues, conducir la mirada del espectador hacia los elementos o situaciones que nos importan más.

Estas reglas pueden por supuesto romperse y cambiarse por otras, pero siempre con una razón de peso que lo justifique.

En la actualidad han surgido sin duda nuevas maneras de contar, pero hay maneras clásicas que perduran en el tiempo.

Seguramente, una de ellas es la composición y claramente se presenta como un verdadero desafío para el director y para el director de fotografía, su más cercano colaborador en esta compleja tarea de componer.

Una tarea muy relevante para poder ir comprendiendo a cabalidad las reglas y los usos de la Composición, es observar la mayor cantidad de pinturas y fotografías posibles, amén de observar con atención los filmes que se revisen.  En las obras de otros artistas y comunicadores se encuentran todas las soluciones, hasta que no seamos capaces de encontrar nuestra propia mirada y establecer nuestra propia manera de componer.

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